EN EL MEDIO DEL CAOS


De la nada en mi mejor momento llego el caos a mi vida, de la manera mas inesperada, ¿pero como era posible?, ¿Por qué a mi? si no he hecho nada mal para que esto me pase a mi, me preguntaba mientras lloraba desconsoladamente en mi habitación y de la nada me dije a mi misma que esto pasa cada día en todas partes y que esto a todos nos pasara, en el fondo sabia que este día llegaría con lo único que no contaba es que no estaba preparada para este día pase horas y horas llorando y reprochándole a Dios el por que se llevo a esa persona de mi vida por que en el momento en que yo mas era feliz y entonces dormí y soñé:  Era un día en el que el sol se sentía maravilloso, iluminaba la habitación con una luz inapropiadamente brillante. Mi ser estaba sumido en un torbellino de emociones: tristeza, impotencia y una extraña paz que se mezclaban en una danza compleja. La persona que yacía en la cama, ahora frágil y serena, era alguien cuya presencia había sido un faro constante en mi vida. Recuerdo la suavidad de su piel en contraste con la frialdad del entorno clínico. Su respiración, una vez vigorosa y constante, ahora era un susurro tenue que apenas rozaba mi conciencia. La habitación estaba llena de fotografías que contaban la historia de una vida bien vivida, de risas compartidas y momentos que ahora se convertían en tesoros invaluables. En ese momento, me enfrenté a la realidad inexorable de la muerte, una verdad universal que se revelaba de manera cruda ante mis ojos. La impotencia se mezcló con el deseo ferviente de cambiar el curso de los acontecimientos, de retroceder en el tiempo y capturar esos momentos que ahora se desvanecían como polvo en el viento. Sin embargo, en medio de la tristeza, también encontré un atisbo de belleza. La persona que se despedía de este mundo lo hacía con la misma gracia con la que había vivido. Había una serenidad en su rostro que desafiaba la angustia circundante. Fue entonces cuando entendí que la muerte, aunque dolorosa, puede ser también un acto de rendición, de liberación. Ese momento me cambió de maneras que todavía estoy descubriendo. La pérdida, a pesar de su amargura, me enseñó sobre la fragilidad de la vida y la importancia de apreciar cada instante. Aprendí que el dolor puede coexistir con la gratitud, y que la memoria de quienes amamos vive en nosotros.

Suena la alarme y me doy cuenta que nada era un sueño que era la realidad y que la tenia que aceptar van 8 meses y aun mi vida es un caos sin tu presencia.

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